El Cronista Deportivo
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martes, abril 25, 2006

Inquina española

César Nanclares Escudero - www.nanclymen.blogspot.com

El domingo viví al pie de sillón la gloriosa jornada del deporte español. Encadené el segundo puesto de Alonso en Ímola, el título de Nadal en Montecarlo y la inédita victoria de Valverde en la Lieja-Bastón-Lieja. Solo, informando a mi padre vía sms, disfruté como un enano.

Horas después fui invitado a una cena hispano-argentina en casa de mis amigos, Álvaro y Agus. Madrileño él y porteña ella, había mayoría gaucha. Como siempre afloró entre los argentinos el orgullo patrio. Desde el "bando" español observaba con una mezcla de envidia y estupor como sacaban pecho de nimiedades patrias pese a la situación que atraviesa la globalidad del país... Cincuenta años atrás, Argentina era una de las cinco primeras potencias del mundo. La actual generación se crió educada a la estela de aquella época floreciente y aunque el sol de la bandera albiceleste vive hoy un eclipse casi total, los argentinos -más aún los capitalinos- destilan a cada paso un aroma orgulloso y fanfarrón, como si las éxitos de hace cinco décadas pesaran más que el desastre actual.

Los españoles, en general, descreen de los argentinos por informales y tramposos. Yo que sí conozco a muchos argentos, aquí y allí, creo que es su atrevimiento lo que nos descuadra. Como se atreven con todo, también se caen con todo cuando detrás del impulso no hay nada más. Quizás en nuestras crítica haya un punto de complejo. El que no ha significado en el siglo XX y que cuesta quitarnos de encima más de lo que creemos.

El deportista de élite y más el número uno, como varios de los nuestros en la actualidad, debe ser atrevido y tener ese punto de chulería, de creerse el mejor, que tanto criticamos en España. No se puede ser el mejor sin creérselo y eso no gusta en la piel de toro. Por eso nos empeñamos en sacar pegas absurdas a todo el que alcanza la cima. Donde nosotros vemos defectos, otros ven virtudes.

En un momento del debate, Álvaro introdujo un factor que puede ser clave: el día que España gane un Mundial de fútbol se acabarán los complejos. Triunfar en el mayor espectáculo del mundo, en la mayor pugna pacífica del planeta, debería cambiar nuestra actitud para siempre. Sólo nuestra infinita inquina, demostrada en todos los ciclos de la historia, puede pesar más.