El Cronista Deportivo
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martes, marzo 27, 2007

La buena fe de Oleguer Presas

Oleguer Presas es futbolista profesional. No piensa más ni menos que cualquier otro colega. Sí lo hace de otra manera, diferente, distinta, porque se significa, dice lo que piensa y además por escrito, bien y en un medio de comunicación de masas ¡Chapeau! Lo de menos es si tiene o no razón. Lo importante es que te invita a reflexionar. Os invito a que los hagais...


César Nanclares Escudero - www.nanclymen.blogspot.com

LA BUENA FE - Oleguer PRESAS

De Juana Chaos ha pasado los últimos 20 años en la cárcel. Reducida por los beneficios penitenciarios que contemplaba la anterior legislación vigente, se había computado y establecido una condena de 18 años por los crímenes que cometió. Aún así, sigue en prisión preventiva pendiente de la resolución definitiva del procedimiento abierto por el contenido de dos artículos publicados en el periódico Gara. El Tribunal de la Audiencia Nacional española considera que en estos artículos de opinión, De Juana Chaos ha cometido un delito de amenazas terroristas y le ha condenado a 12 años y medio de reclusión. Como protesta por esta decisión, De Juana Chaos ha decidido declararse en huelga de hambre y llevarla hasta las últimas consecuencias.

El Estado de derecho –como nos repiten tantas veces como si de una campaña publicitaria se tratase– no contempla la pena de muerte ni la cadena perpetua. De la misma manera sigue prohibiendo la eutanasia. Me guiaré por la buena fe y supondré que el Estado de derecho no ha dejado de confiar en sus propias leyes y sigue sin querer aplicar la cadena perpetua o la pena de muerte. Guiado por la misma buena fe consideraré que los motivos políticos no permiten que la eutanasia sea legal. Supondré, también movido por la buena fe, que el contenido de los artículos que ha publicado De Juana Chaos es suficientemente explícito y claro como para mantener en la cárcel a una persona con riesgo de morir. Me gustaría pensar que en el Estado de derecho hay libertad de expresión y que, en el presente caso, así como en el caso Egunkaria o en el del actor Pepe Rubianes -por citar sólo algunos-, hay indicios suficientes como para procesar a los responsables. En caso contrario, todo el mundo ya habría puesto el grito en el cielo, como es costumbre cuando se dan episodios de falta de libertad de expresión lejos de estos lares, pongamos por caso Marruecos, Cuba o Turquía. La buena fe me impulsa a pensar que en el Estado de derecho la justicia es igual para todos, que no influyen las presiones políticas y que realmente existe la independencia judicial; que las declaraciones del ministro de justicia López Aguilar en las que afirmaba, refiriéndose al caso De Juana Chaos, que “el Gobierno construirá nuevas imputaciones para evitar dichas excarcelaciones” no han influido para nada en la sentencia judicial.

Alguien decía: hechos, no palabras. Pues David Fernández en su libro “Cróniques del 6 i altres retalls de la claveguera policial”, nos informa de los siguientes hechos: el exgeneral de la Guardia Civil y responsable destacado de los horrores de Intxaurrondo, Enrique Rodríguez Galindo, fue condenado a 75 años de cárcel por el asesinato de Lasa y Zabala y tan sólo cumplió poco más de cuatro alegando problemas de salud. Julen Elorriaga también fue excarcelado por motivos de salud; condenado a casi 80 años de cárcel por los mismos hechos sólo ha cumplido un 3% de la condena. De la Rosa, después de estafar a toda España, gracias a una depresión, puede gozar de un generoso régimen de tercer grado en su casa. Rafael Vera, después de ser condenado a 10 años de cárcel por el secuestro de Segundo Marey, reivindicado por los GAL, sólo pasó 8 meses recluido por esa causa... David, en su libro, habla básicamente de torturas y torturadores; de como la justicia muestra diferentes grados de severidad en función del acusado; de como funciona la maquinaria informativa para criminalizar determinadas disidencias; de como la policía crea las pruebas necesarias para imputar a aquellos que les interesa políticamente; de como el gobierno no quiere ni oír hablar de los informes del Relator Especial para la Cuestión de la Tortura de Naciones Unidas o de organismos como Amnistía Internacional, donde aseguran que en este Estado de derecho se tortura.

Pero ahora resulta, además, que la propia fiscalía de la Audiencia Nacional pide el archivo del caso Egunkaria; no hay pruebas, alegan. Resulta que en noviembre de 2004 el Tribunal de Estrasburgo condena al Estado español por “no investigar” las torturas denunciadas, 12 años atrás, por 17 independentistas catalanes: era necesario callar las voces discordantes durante los Juegos Olímpicos. Y resulta también que, en noviembre de 2005, Zapatero indulta a cuatro policías locales de Vigo inhabilitados y condenados en sentencia firme a 2 y 4 años de cárcel por apalizar, insultar y vejar al ciudadano senegalés Mamadou Kane. De la misma manera que resulta que Aznar había hecho lo propio en diciembre del 2000: 14 agentes condenados por torturas eran indultados; uno de ellos, reincidente. Y resulta que...

Que estoy hecho un lío. Demasiado a menudo este Estado de derecho tiene zonas oscuras que me hacen dudar. Todo esto huele a hipocresía. Y tanta hipocresía provoca que a uno se le agote la buena fe.

Este artículo se publicó en ‘Directa’ y ‘Berria’