Pichichi Woodgate
Estimado Jonathan Woodgate:
Woody, me nace escribirte unas líneas, las líneas de la vida. Vida perra la tuya en los últimos tiempos. Tiempos de gimnasio, fisio y grada. Grada que se pregunta quién eres. Eres bueno, de lo contrario no te hubiera fichado el Madrid. Madrid, tu ciudad desde hace un largo año aunque pocos te conocen por El Foro. Foro de debate el Bernabéu, que no se explicaba cómo unos problemas musculares tardaban 17 meses en curarse. Curarse no sólo es recibir el alta y en tu primer partido oficial, la tribuna descubrió tu planta, tu larga inactividad y tu mala suerte al meterte un autogol de cabeza. Cabeza de chorlito en Chamartín, porque además del gol en propia meta te marchaste antes de tiempo, expulsado. Expulsado y sancionado hasta la siguiente oportunidad, un amistoso contra el Rayo. Rayo de esperanza en Las Rozas para demostrar tu valía, para reivindicarte como jugador de élite, pero esta vez lo que falla es el tobillo por culpa de un inoportuno esguince... y vuelta al doctor. Doctor Del Corral, al que prometiste brindar tu primer gol en la portería correcta por las interminables horas de rehabilitación a tu lado. Lado opuesto, de nuevo al marcar, elegiste la semana pasada en Zaragoza, en tu enésimo regreso. Regreso al principio y me alegro por lo del miércoles. Miércoles europeo, ante un estadio acongojado por culpa del 0-1. Uno sólo hacía falta para rememorar otra épica remontada de las de antaño y ahí estabas tú, por fin en la portería buena, la portería de los goles. Goles son amores y lo demás buenas razones, que dicta el dicho popular. Popular es tu apellido, Puerta de Madera. Madera has de tocar para abrir la puerta grande.
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