El Cronista Deportivo
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lunes, marzo 13, 2006

Convivir con el error

Todos los que pululamos en torno a la ACB lo hacemos, no nos engañemos, porque nunca llegamos a ser jugadores de élite. O en caso de los privilegiados que sí lo han sido, porque ya no les da el físico.

César Nanclares Escudero - ACB Magazine Nº 0

Yo jugué de pívot (de ancho llegaba pero de alto no); entrené unos meses al equipo de mi hermana (hasta que no pude soportar que las jugadoras saltaran a la cancha con hombreras y perfumadas hasta los huesos) y arbitré, primero en municipales y luego en federación, cuando era “adultescente”. Ahí hice carrera, breve pero carrera al fin y al cabo. Recuerdo la época de árbitro federado con cariño. Entre semana iba nervioso al Paseo del Molino de Madrid, al Colegio Madrileño de Árbitros, a recoger la designación. Te podía tocar al lado de casa o en la otra punta de la Comunidad de Madrid. La lejanía era menos problema (papá, ¿me prestas el coche?) que la hora. Si te tocaba un domingo a las 9 ó 10 de la mañana, con toda la fresca en, pongamos por caso, Colmenar de Oreja, aquello era como ser deportado a Siberia: el coche, la carretera, la linde del campo y tú. Nadie más y nadie menos.

Hasta que empecé a arbitrar era bastante fanático (sí, reconozcámoslo, también todos los somos alguna vez) viendo a mi equipo. Me sentía perseguido por la pareja de gris – entonces eran dos árbitros, no tres como ahora, vestían de gris y llevaban publicidad de Condal – y cuando mi equipo perdía era siempre por su culpa. No entendía cómo no veían la falta una y mil veces repetida por televisión. Ay, Neyro, Neyro…

Arbitrar me permitió comprobar lo difícil que es, la incapacidad del ojo humano para ver todo lo que ocurre en una cancha – a veces ni en la zona asignada a cada árbitro – y, sobre todo, que al tratarse de un deporte de roce resulta imposible muchas veces determinar cuándo un jugador saca o no ventaja con un contacto. Por eso ahora convivo con el error arbitral como un lance más de juego. La ACB tiene los mejores árbitros de Europa, pero no son infalibles. Aprende a convivir con ello y verás cómo te lo pasas aún mejor en la grada y en la tribuna de prensa. Y si no, haz la prueba de arbitrar algún partido, por informal que sea. Verás, verás…