El Cronista Deportivo
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jueves, marzo 16, 2006

¡Qué noche la de aquel día! Óscar Yebra

"Fue contra el Madrid, en el 95. Le metí a Sabonis una canasta en la cara y saqué falta… Me sentía el tío más importante del mundo”.

Óscar Yebra tiene 31 años. Se explica como un hombre maduro, reflexivo, curtido en esas canchas de Dios desde los 16. A esa edad emigró de su León natal a la cantera de Badalona. No le fue bien. De regreso a casa, con 19, se tuvo que conformar con el equipo de Segunda División del Club Baloncesto León. Poco a poco fue arañando minutos en el primer equipo hasta convertirse en el mejor jugador leonés del los últimos tiempos, ahora enrolado en el Pamesa Valencia.

César Nanclares Escudero - ACB Magazine Nº 1

Aplicado, recita de memoria los mejores partidos de su vida: “El debut en Málaga en el 93; el inicio de la 95-96, en Andorra, cuando metí 28 puntos y Oliver Fuentes 26. “Vaya par de cañoneros”, tituló la prensa al día siguiente; la salvación con el Gijón Baloncesto en el prórroga, en 2000; los 28 puntos al Barça, con el Fórum. Ya se hablaba de que podía ir a la Selección Española y venía Rodrigo de la Fuente. Si quería ir debía demostrar que podía superarle…”.

Sabe que debe quedarse sólo con un partido y entonces comienza la narración como si se hubiera jugado ayer. “León-Real Madrid. 5 de febrero de 1995. Ganamos 83-78. Llevábamos 8 partidos seguidos sin ganar y encima se había lesionado un americano, Harold Pressley. Aranzana, el entrenador, me dijo durante la semana que iba a ser titular. Jugué 35 minutos, metí 15 puntos y cogí 4 rebotes. Era la primera vez que me sentía importante en una cancha ACB. Era consciente de la importancia de ese partido. Tanto trabajo y tanto entrenamiento, recompensado. Era un domingo por la tarde, con TVE en directo. Me sirvió para darme cuenta de que podía vivir de esto… Me sentía el tío más importante del mundo.”.

Yebra tenía una rutina la víspera de los partidos y no la cambió pese a saber que se acercaba su gran oportunidad. “Aquel sábado me fui a tomar cañas, hasta no muy tarde, con mi amigo Rafa. Luego de madrugada me quedé viendo la tele, como hacía siempre. En la mañana del domingo hice un poco de tiro y tuvimos sesión de vídeo. No estaba nervioso, sí ansioso. Al llegar al pabellón me puse como una moto. Harold Pressley me ayudó, me aconsejo: “No tengas miedo, haz lo mismo que en los entrenamientos”. David Sala también me echó una mano. Sentía que podía hacer cualquier cosa”.

Tan importante fue aquel partido que todavía hoy guarda el vídeo, con un montaje de sus mejores jugadas incluido. “Me quedo con una canasta con falta. Cogí el balón en el centro del campo, me fui a por Sabonis, anoté y saqué la personal. No me podía sentir mejor… ante 6.000/7.000 personas, en mi ciudad… Esa jugada y un tapón a Antúnez en contraataque. El comentarista de televisión era Mario Pesquera…”.

El largo camino recorrido hasta el éxito efímero detuvo la lógica euforia. “No me volví loco, lo tomé como un paso más. Importante, pero uno más. Sí se empezó a hablar mucho de mí a nivel nacional. No me lo he creído nunca porque el deporte es como una montaña rusa, subes y bajas… Yo seguí jugando con mis amigos del colegio”.

Bosman y la dificultad de ser profeta en su tierra le llevaron un año al Limoges francés, grande de Europa poco tiempo antes. Regresó a la ACB en Gijón donde a punto estuvo de descender los dos años. De nuevo vuelta a Castilla, esta vez al Fórum Valladolid y allí llegó la gloria. Acabó por ser referencia ofensiva y en Atenas 2004 cumplió el sueño de todos: ser olímpico. Desde el año pasado juega en el Pamesa Valencia, consciente de su nuevo rol menos estelar. La ilusión todavía le empuja hacia el partido que nunca acaba de llegar, el partido soñado: “Siempre está por llegar. Es parte de la ilusión por seguir jugando. Si no la tienes, mal asunto, es señal de poca motivación, de que el mercantilismo puede con el idealismo. Tal vez el partido perfecto llegue cuando mi equipo gane un título... con emoción, no sé…”.

Óscar duda. No para volver al partido que le trae a estas páginas. “Fue la señal de que mi esfuerzo por querer ser jugador de baloncesto valía la pena. Tenía 20 años y desde los 8 años había echado ya muchas horas. Si respondía me podía hacer un hueco en la ACB”. Y de aquello se cumplen ahora 11 años. Casi nada.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dice...

Cualquiera que haya visto jugar a Oscar Yebra sabrá que es el auténtico cáncer del grupo capitol. Yebra por favor vete de nuestro equipo ya!!, eres una vergüenza, un tipo sin sangre y sin carisma, das pena.

7:01 p. m., diciembre 06, 2007  

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